La mente criminal y la violación de derechos humanos

AutorJuan Carlos Martínez Colmenares - José Antonio Morales Notario
CargoLicenciado en Derecho y Egresado de la Maestría en Administración de Justicia de la División Académica de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco - Doctor en Derecho y Profesor Investigador adscrito a la División Académica de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco
Páginas148-170
Periódico do Núcleo de Estudos e Pesquisas sobre Gênero e Direito
Centro de Ciências Jurídicas - Universidade Federal da Paraíba
V. 9 - Nº 01 - Ano 2020 Spanish Edition
ISSN | 2179-7137 | http://periodicos.ufpb.br/ojs2/index.php/ged/index
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LA MENTE CRIMINAL Y LA VIOLACIÓN DE DERECHOS
HUMANOS
Lic. Juan Carlos Martínez Colmenares
1
Dr. José Antonio Morales Notario
2
Abstract: criminal behaviors have
always been present in the lives of
human being. People learn to live in an
increasingly complicated world, in
which complications are not
proportional to the damage caused by the
offender. Since the genesis of humanity,
the human being has pretended to find an
explanation to criminal acts; however,
the play and role that the victim plays has
been neglected. In the case of crimes that
involve women as a passive subjects of a
crime, such as gender crimes, the
criminal law has tried to explain the
criminal thinking, but without analyzing
the role of the victim or the damage
caused. The offence causes harm not
only to the person who suffers but the
surrounding environment such as
parents, children, family, friends and the
community itself
1
Licenciado en Derecho y Egresado de la Maestría en Administración de Justicia de la División Académica
de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco.
2
Doctor en Derecho y Profesor Investigador adscrito a la División Académica de Ciencias Sociales y
Humanidades de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco.
Keywords: victim, damages, crime,
criminal behavior
Genesis de las conductas sancionadas
por las leyes
En un principio se tuvo la
necesidad de sancionar todas aquellas
acciones que vulneraban al grupo social.
El ser humano aún no articulaba palabra
alguna, pero ya desarrollaba conductas
que afectaban a los demás integrantes del
grupo, tales como el apoderamiento
ilegítimo del animal cazado por otro, o la
violencia física que se ejercía contra la
mujer (Amuchategui, 2005).
Por esa razón, al existir la
necesidad de crear leyes que
mantuvieran el orden jurídico
establecido, se creó el castigo para todo
aquel que violara la norma; pues se
considera que la vulneración de ésta, da
como resultado una acción antisocial y
dañosa que perjudica a la sociedad y al
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orden social (Pavón, 1991); surgiendo de
esta manera la idea de sanción.
Las primeras etapas de la
humanidad estuvieron determinadas por
la proporción que se intentó fijar al daño
que se causaba por la conducta que las
leyes sancionaban y el castigo que debía
recibir el delincuente. La Ley del Talión
fijó el principio de proporcionalidad al
establecer el “ojo por ojo, diente por
diente”. Platón, en su obra “Las Leyes”
señaló que era necesario encontrar la
proporcionalidad de la pena con la
gravedad del delito (Yenissey, 2009) y
no fue son hasta el momento en que el
Estado establece como mandato
constitucional, que éste cuenta con la
facultad para imponer una pena o una
medida constitucional y adecuada, como
consecuencia jurídica de la posible
aplicación para aquel que ha infringido la
norma.
La conducta considerada lesiva
para la comunidad tenía un castigo, el
cual nace precisamente con la idea de
Estado. No se puede concebir la
existencia de una sociedad sin la
presencia de un orden coactivo. El
castigo que se imponía a quien
violentaba el orden jurídico establecido
debía ser castigado; sin embargo, éste
variaba de acuerdo con el modo
producción y la época.
Antes de la edad media, el
castigo no era solamente una sanción
para quien hubiera cometido un crimen,
sino que era una afrenta para el poder del
gobernante, el cual estaba obligado a
imponer una pena que fuera eficaz.
Mientras más público fuera el escarnio y
el sufrimiento del condenado, más
grande sería el respeto que el pueblo le
rendiría al soberano, quien era
considerado como el representante de la
ley, del Estado y de Dios (Sammara de
Araújo, 2017).
Durante mucho tiempo, la
iglesia fue la institución encargada de
fijar las sanciones; sin embargo,
comenzó a existir un desequilibrio entre
el daño y la sanción, puesto que esta
última consistía en castigos que
trascendían al delito y al delincuente. La
pena era considerada como una
manifestación de enemistad contra el
soberano. Por ello, la primera institución
punitiva es la inquisición administrada
por la iglesia, la cual indagaba hasta
provocar la confesión, que era el modo
de revertir el estado de pecado,
entendido como característica personal
que el delito sólo ponía de manifiesto.

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