Presunciones legales, presunciones vulgares y verdades interinas

AutorDiego Marín-Barnuevo Fabo
Ocupação do AutorCatedrático de Derecho Financiero y Tributario. Universidad Autónoma de Madrid (Espanha)
Páginas353-385
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PRESUNCIONES LEGALES, PRESUNCIONES
VULGARES Y VERDADES INTERINAS
Diego Marín-Barnuevo Fabo
Catedrático de Derecho Financiero y Tributario. Universidad
Autónoma de Madrid (Espanha).
Resumen: El trabajo tiene por objeto el estudio de las “presunciones
legales” y poner de manifiesto la confusión existente en relación con
dicha institución, especialmente en Derecho Tributario, donde con fre-
cuencia se suele incluir en la misma categoría de presunciones a otro
tipo de normas, como “presunciones vulgares”, “disposiciones supleto-
rias”, “reglas sobre la carga de la prueba” y “verdades interinas” pese a
su diferente estructura y naturaleza.
Palabras-clave: Presunciones – Ficciones – Verdades interinas –
Presunciones vulgares – Disposiciones supletorias – presumptio iuris
– prueba – carga de la prueba.
Sumario: 1. Prefacio – 2. La imprecisa utilización del término presun-
ción en derecho tributario – 3. La llamada presunción vulgar – 4. El
concepto jurídico de presunción – 5. Clases de presunciones: las pre-
sunciones legales – 6. Las disposiciones supletorias –7. Reglas sobre la
carga de la prueba: las verdades interinas.
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ENSAIOS EM HOMENAGEM AO PROFESSOR JOSÉ ROBERTO VIEIRA
1. Prefacio
La vida universitaria conlleva mucho esfuerzo y traba-
jo en soledad, pero también ofrece buenas oportunidades de
aprender y compartir que producen una gran satisfacción.
Una de las vivencias más satisfactorias que he tenido en
mi vida universitaria fue participar en un programa de forma-
ción de doctores, financiado por la AECI, que me permitió pa-
sar 4 meses en la Universidad Federal de Paraná, en Curitiba.
En esos meses, además de viajar por todo el país y descubrir
su enorme belleza, tuve la oportunidad de conocer a profeso-
res extraordinarios en su dimensión personal y profesional,
como Jose Roberto Vieira.
José Roberto fue mi anfitrión durante esa estancia y tam-
bién en los años siguientes, en los que tuvo la amabilidad de
invitarme a participar en distintos eventos académicos. Ello
nos permitió encontrarnos con cierta frecuencia, contrastar
nuestra visión del mundo brasileño y español y, también, de-
batir recurrentemente sobre distintos problemas mundanos
y existenciales del ser humano. Por tanto son muchas las vi-
vencias compartidas que me podrían servir para hacer ahora
una semblanza suya, pero me voy a limitar a recordar tres de
sus características que más relación tienen con su actividad
académica: su pasión por las citas; su particular cronometría;
y su generosidad.
Su pasión por las citas es probablemente su principal seña
de identidad. Se trata, sin duda, de una demostración palma-
ria del rigor puesto en su actividad investigadora, que le obliga
a contrastar todas las fuentes de información que, de forma
mediata o inmediata, próxima o remota, sacra o profana, tie-
nen alguna vinculación con lo que está escribiendo. Basta con
mirar alguna de sus publicaciones para comprobar su incapa-
cidad de escribir una sola frase sin incluir todas las referencias
bibliográficas neuronalmente conectadas en su mente. Y lo
que resulta más sorprendente: esa pasión se proyecta también
en su vida personal, por lo que también su correspondencia
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ENSAIOS EM HOMENAGEM AO PROFESSOR JOSÉ ROBERTO VIEIRA
está habitualmente adornada de citas de Nietzsche, Stendhal,
Camões o Fernando Savater, aumentando el goce de los desti-
natarios al recibir sus inesperadas noticias.
Su particular cronometría es también conocida por todos
los que hemos tratado con José Roberto.1 Aunque te asegu-
re que cumplirá en dos horas, dos días o dos meses el com-
promiso que adquiera, la más probable es que yuxtaponga
nuevos compromisos al anterior y finalmente llegue tarde a
todos ellos.2 Dicen que es otra característica de los profesores
universitarios, que tenemos serias dificultades para medir co-
rrectamente el tiempo porque estamos acostumbrados a que
los años académicos duren nueve meses, los semestres cuatro,
las semanas cuatro o cinco días y las horas lectivas cincuenta
minutos. Es cierto, pero también lo es que el profesor Vieira
se sitúa en el top ten de los impuntuales, probablemente por
esa pasión por las citas y por la generosidad con la que asume
más y más compromisos sin consultar su agenda.
Efectivamente, su generosidad es la tercera característi-
ca citada. También constituye una seña de identidad típica de
los buenos profesores universitarios, que divulgan de forma
desinteresada el conocimiento adquirido con mucho esfuerzo,
mutilan sus publicaciones para ofrecer al lector un resultado
destilado y evitarle recorrer el largo camino recorrido por el
autor, y dedican muchas horas a la revisión y mejora de los
1. Estoy seguro de que comparte la nostalgia de Octavio Paz cuando postula que
hubo un tiempo en el que el tiempo no era sucesión y tránsito, sino manar continuo de
un presente fijo, en el que estaban contenidos todos los tiempos, el pasado y el futuro.
El hombre, desprendido de esa eternidad en la que todos los tiempos son uno, ha caído
en el tiempo cronométrico y se ha convertido en prisionero del reloj, del calendario y
de la sucesión” (PAZ., Octavio, El laberinto de la soledad, Ed. Cátedra, 13ª ed., 2007,
pág. 357).
2. Como le gustan tanto las citas, repetía con fruición una que yo había leído en un
libro de Julian Barnes: “la puntualidad es la virtud de los aburridos” (BARNES, Ju-
lian, Hablando del asunto, Ed. Anagrama, 4ª ed., Barcelona 1996, pág. 124). Al bus-
car la referencia exacta me he encontrado con otra cita de Flaubert que me inquie-
ta y me hace dudar de la objetividad de lo que estoy escribiendo: “al escribir la
biografía de un amigo, hay que hacerlo como si estuvieras vengándole” (BARNES,
Julian, El loro de Flaubert, Ed. Anagrama, 2ª ed., Barcelona 1995, pág. 11).

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