Releer a Samuel Ramos: Mito, Mitomania y Androlatria

AutorMarcos Cueva Perus
CargoDoctor, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México, México D.F., México
Páginas117-132
DOI: 10.11606/issn1676-6288.prolam.2015.1022907
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RELEER A SAMUEL RAMOS:
MITO, MITOMANIA Y ANDROLATRIA
REREAD SAMUEL RAMOS:
MYTH, MYTHOMANIA AND ANDROLATRY
Marcos Cueva Perus(*)
Universidad Nacional Autónoma de México, México D.F., México
Resumen: este texto es parte de las reflexiones del filósofo mexicano Samuel Ramos para mos-
trar cómo, en la actualidad, en América Latina la religión se sirve del mito para crear el senti-
miento de superioridad al que se refería ese autor en 1934, un sentimiento de superioridad que
pretende incluso imponerse al europeo. El mito no es inocente y tiene todas las particularidades
que lo vuelven apto para hacer pasar el poder del sentimiento de superioridad por algo “na-
tural”. El mito sirve mediante imágenes al poder y un procedimiento que no desconocen los
medios de comunicación de hoy, que recuperan este imaginario religioso.
Palabras Clave: Ramos; Cultura latinoamericana; Mito.
Abstract: This text begins with the reflections of the Mexican philosopher, Samuel Ramos, to
show how in Latin America, at present, religion and myth, serve to create a sense of superiority,
that author referred to in 1934, a feeling of superiority that is even imposed to Europeans. The
myth is not innocent and has all the characteristics that make it suitable for making the feeling
of superiority something supposed to be “natural”. The myth serves to power through images
and it’s a process that does know the media today when retrieving this religious imagery.
Keywords: Ramos; Latin American culture; myth.
(*) Doctor, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México, México
D.F., México. E-mail: cuevaperus@yahoo.com.mx. Recibido en: 22.10.2015, aceptado en: 29.12.2015.
Marcos Cueva Perus — Cadernos Prolam/USP 15 (27): p. 117-132 [2016]
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1 INTRODUCCIÓN
En un texto escrito en 1934, El perfil del Hombre y la cultura en México, el filósofo
mexicano Samuel Ramos se inspiraba en Alfred Adler para señalar la existencia de dos
tendencias en la personalidad del mexicano: la tendencia al sentimiento de inferioridad
y como compensación, la tendencia a creerse superior. Ramos veía esta personalidad en
distintos grupos sociales y en México en general: el país había tendido en el siglo XIX
al autodenigramiento y al mismo tiempo a la imitación grandiosa de todo lo europeo.
Ramos no era el único que veía esta problemática: el historiador de Coahuila, en el norte
de México, Carlos Pereyra (1982), atribuía esta problemática a toda Latinoamérica. En
su Breve Historia de América, citada por Ramos, afirmó Pereyra que frente a los adelantos
estadounidenses en el siglo XIX los pueblos hispanoamericanos empezaron a experi-
mentar un fuerte proceso de autodenigración. Durante el régimen colonial habían tenido
actividad autónoma suficiente para capacitarlos y, abandonando a la riqueza ancestral
que habían heredado y a la valiosa experiencia secular, pasaron a dedicarse a la imitación
de la obra norteamericana. Lo de afuera fue en cambio deificado. El historiador hablaba
de “deificación” de algo humano y terrenal: “[…] el criollo, afirmaba, alimentaba sus
anhelos con quimeras […] Lo que le faltó […] fue una corriente de intereses materiales que
arrastrara el exceso de idealismo implicado. Falto de fines y, por lo tanto, de orientación, el
criollo la buscó en el extranjero[...]” (PEREYRA 1982, p. 371). Es probable que entre el siglo
XIX y principios del siglo XX las dos tendencias aparecieran como artificiales; después
tal vez se condensaron de alguna manera distinta. Es esta nueva condensación surgida
en el siglo XX la que nos ha interesado aquí.
Ramos sugería que parte de la compensación daba en una ambición desmedida de
poder. No hemos querido centrarnos únicamente en la “grandeza” que por lo demás
muchos pequeños países de la región no tuvieron: sería difícil detectarla donde no hubo
pretensiones imperiales en el siglo XIX (como si las hubo en cambio desde el México de
Agustín de Iturbide hasta el tardío imperio portugués de Brasil) y en países como El Sal-
vador (el poeta Roque Dalton lo retrató de muy otra manera en sus Historias prohibidas
de pulgarcito), Costa Rica, Uruguay, Bolivia o Ecuador, por mencionar algunos. Aunque
siempre con excepciones, es difícil encontrar con todo algún país que no haya tendido a
fabular sobre su origen moderno: Venezuela con sus muchos “Bolívar”, Costa Rica con
la democracia, Uruguay con “la Suiza de América” o incluso Haití, un poco más hacia
atrás, con la historia del “primer país en independizarse en América Latina”. Cuando
hablamos de este origen – colonial, prehispánico, independiente, moderno, revoluciona-
rio o incluso dictatorial, como ocurrió en Chile –, tocamos ya otro tipo de grandeza: la
del mito. Aquí hemos querido describir a la vez formas colectivas e individuales de esta
mitomanía. Hemos demostrado que la mitomanía sirvió en su forma más reciente en el
siglo XX para naturalizar el sentimiento de superioridad e incluso para volverlo contra
el europeo al que en el siglo XIX se aspiraba en cambio a imitar.
2 LA MITOMANÍA EN RAMOS
El filólogo español Carlos García Gual define al mito de un modo que no pareciera
alejado de un cierto” macondismo”: en estas “historias de la tribu”,

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