Historiografía de la Fundación de Ciudades en América. SIGLO XVI

AutorDra. Marcela Dávalos
CargoInvestigadere en Historie en la Dirección de Estudios Históricos INAH. (Instituto Nacional de Antropologia e História) México
Páginas31-51

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Historiografía de la Fundación de Ciudades en América
Siglo XVI

La historia de las ciudades en América Hispana refiere a la construcción de un diá-logo sobre el dominio del territorio, tanto como al uso que la historia ha elaborado sobre esas mismas urbes. Las maneras de señalaras y comprenderlas varían desde la conquista hasta la historiografía actual, según el periodo y los autores. Los referentes con que las crónicas explicaron a las urbes americanas distan de los criterios con que las valoraron los autores de los siglos XIX o XX. Y aunque desde la fundación hasta la traza, pasando por las controversias respecto a los grupos indígenas, la presencia de religiosos o las urbes elegidas como capitales y asientos de poder, todos han sido aspectos reiterados a lo largo de la historiografía urbana, sus relatos no son suficientes. La historiografía de las ciudades americanas va más allá que la explicación dada desde la historia-nación; más allá que el progreso, la cuantificación o la riqueza, está la diversidad de prácticas y la construcción de varios mundos.

Ciudad Hispanoamericana — Historiografía Colonial — Historia Urbana
Historiography Foundation of Cities in America XVI Century

The history of cities in Hispanic America concerns the construction of a dialogue on control of territory, both as to use that history has made on those same cities. Señalaras Ways and understand vary from the Conquest to the present historiography, according to the period and the authors. The referees explained that chronicles the American cities far from the criteria that the authors evaluated the nineteenth or twentieth centuries. And even from the foundation to the trace, to disputes over indigenous groups, the presence of religious or cities chosen as capital and seat of power, all aspects have been repeated throughout urban history, their stories do not enough. The historiography of American cities goes beyond the explanation from the history-nation beyond that progress, quantification or wealth, is the diversity of practices and the construction of several worlds.

Spanish-American City — Colonial Historiography — Urban History

Furtivamente, las ciudades consolidaron la historia de América. Ellas tejieron el puente entre la Península y los nativos que ocupaban las tierras desde Santo Domingo hasta Lima, pasando por Santa Fe de Bogotá, México o Nombre de Dios. El impacto que provocó la existencia de esos imperios ajenos al “Orbis Terrarum”, se revela, entre otras muchas cosas, en que los títulos de almirante, virrey y gobernador que se le habían prometido a Colón antes de realizar su primer viaje, le fueron retirados: un capitán no podría poseer mayores extensiones que sus soberanos. A partir del momento en que los navegantes tocaron tierra firme, quedó claro que los siguientes viajes serían de conquista y colonización, ya que aquellos pobladores paganos debían convertirse al cristianismo. Así, la ocupación tomaría forma de “asientos” y ciudades.

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Sin intentar aquí hacer un análisis que reúna a la historiografía de las capitales coloniales en conjunto, creo que es necesario llamar la atención sobre cómo ha sido escrita la historia de la fundación y traza de esas ciudades, en tanto una cosa sería remitirse a comprenderlas desde los textos y diarios de viaje de los cronistas del siglo dieciséis y otra muy distinta analizarla con las fuentes o escritos de autores posteriores y dieciochescos, y otra más interpretarla desde los ojos de los historiadores decimonónicos y del siglo veinte. Mi propósito sólo será enunciar cómo ha sido explicado ese binomio de fundación de ciudades y grupos nativos hispanoamericanos. Y para ello la traza — término inusual para el siglo XVI —, sirve de guía, no sólo porque remite directamente a los indígenas, sino porque se ha empleado desde distintas ópticas y diferentes épocas.

Más allá de que los puntos de vista sobre las ciudades hispanoamericanas divergen según la época, la interpretación que ha predominado desde hace más de un siglo es la que explica a la capital novohispana desde una perspectiva moderna, es decir, regida por un pensamiento administrativo, económico y demográfico. Sería necesario hacer una revisión minuciosa para cada una de las ciudades y mostrar cómo los letrados anteriores a las Independencias refirieron a la génesis de las ciudades desde criterios tradicionales que quedaron extraviados por el predominio de la versión decimonónica. ¿A qué se debe esto? ¿Por qué para referir a la historia de la traza urbana tenemos como referente obligado la lectura elaborada por los letrados constitucionalistas de los siglos diecinueve y veinte? ¿En qué se funda su autoridad? Sin duda el hecho de que esta pregunta se haya vuelto pertinente tiene que ver con las transformaciones actuales del discurso histórico y en particular con aquella que cuestiona al origen mismo de la disciplina histórica.

1.

La fundación y la traza son un asunto que las capitales americanas arrastran desde el siglo XVI: de la diseñada por Nicolás de Ovando en 1502 para Santo Domingo hasta la dibujada por Alonso García Bravo para la ciudad de México, pasando por la de 1553 para La Habana; la fundación de Cusco por Francisco Pizarro; la traza de Quito en 1534; la de Lima en 1535 y 1582 o la de Santiago en 1541, todas quedaron impresas por ese modelo urbano que tantas interrogantes ha generado entre los historiadores del siglo XX.

Aunque los documentos del siglo XVI referían a términos como “asientos”, “pueblo”, “solares” o “calidades”, en ocasiones parecen igualarse, no obstante los cinco siglos que llevan encima. Ni las fundaciones, ni las segregaciones raciales, ni la manera de emplear la ciudad, han permanecido inmutables a lo largo de cinco siglos. Es decir, aun cuando la creación de asentamientos se convirtió en un asunto medular que ocupó, y ha ocupado, miles de legajos y textos desde el descubrimiento de América hasta nuestros días, la mirada predominante para comprender ese pasado ha sido la que confeccionaron los nacionalistas decimonónicos y fortalecieron los historiadores del siglo XX, preocupados por el crecimiento y multiplicación de las ciudades.

Pero ¿a qué refieren la traza, la plaza y la fundación? Las explicaciones modernas las han referido como algunas de las múltiples características que rodean a la ciudad: casi siempre se trata de un cuadrángulo en forma de damero con un centro del que, con trazos

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regulares, inician calles perpendiculares que corren hacia los cuatro puntos cardinales; incluye la orientación; la distribución de solares o la buena disposición de sus aires. Los autores contemporáneos también han resaltado el rol de los textos grecolatinos y medievales en los diseños urbanos americanos. La historiografía moderna fue la que resaltó el rol normativo de la traza, aunado a las condiciones geográficas y situaciones poblacionales en las que debía o no realizarse una fundación: desde la abundancia de agua y materiales de construcción; acceso a bosques, tierras cultivables, posibilidad de resguardo, buenos aires, hasta la distancia de los pantanos, han sido aspectos reiterados en esos estudios1.

La historiografía urbana moderna planteó esas preguntas y las respondió sin percatarse de que su motivación era el asombro que le causaba la explosión de ciudades americanas fortalecida durante la segunda mitad del siglo XX. Desde ahí observó a las fuentes documentales originarias; diferenció a las fundaciones creadas sobre ruinas prehispánicas, las ciudades costeras o las mineras. Fueron los historiadores de la segunda mitad del siglo diecinueve y los del veinte quienes reconstruyeron la mirada de los cronistas; desarrollaron las narraciones sobre la importancia del mar como vínculo entre América y la metrópoli o quienes notaron qué diferenciaba a ciudades asentadas sobre sólidas culturas prehispánicas, como Cusco o Tenochtitlan. De ésta última pregunta surgió la inquietud por la traza: la idea de crear una ciudad sobre las ruinas de un sólido asentamiento indígena, se reflejó en la experiencia de la pobreza, las diferencias socioeconómicas y el boom demográfico y urbanizador.

Desde entonces hasta la actualidad aquellas ciudades han traspasado diversas épocas: la del descubrimiento y las poblaciones; la del asentamiento y aculturación; la de las reformas ilustradas o la de la apropiación de los nacionalismos. Y fue la historiografía urbana del siglo XX la que pulió las preguntas que refieren aún a la gestación, crecimiento y arraigo de las urbes en América, tanto como fue ella misma la que nos permitió distinguir que las ciudades son creaciones sociales y no soportes geográficos ajenos a las colectividades. Así, las inquietudes por explicar la fundación de las urbes en el siglo XVI, generaron una cadena de investigaciones a lo largo del siglo XX. Aquí concentraremos la mirada en cómo

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se han explicado las ciudades en las que previamente residía población nativa, en tanto la traza es una clave para seguir el vínculo historiográfico entre la ciudad y los indios.

2.

La fundación de ciudades significó imponerse ante las poblaciones nativas. Luego del reparto de tierras, de la traza en cordel, de las calles alineadas y del resto de las anotaciones dadas por los monarcas, se han derivado nuestras preguntas. A la traza se le ha visto como una frontera — en ocasiones más imaginaria que real — que dividía a las ciudades en dos: en el centro habitarían los conquistadores y en los alrededores los indígenas. Esa traza, que marcó el límite entre el casco y el territorio indio, tanto como el diseño con el que se ordenaron los solares, se ha...

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