Mujeres campesinas de Inza Tierradentro, Cauca: una mirada desde los feminismos decoloniales/Mulheres camponesas de Inza--Tierradentro, Cauca: um olhar dos feminismos decoloniais/Peasant women from Inza-Tierradentro, Cauca: a view from decolonial feminisms.

AutorDiaz, Jazmin Yulieth Cuellar

Introducción

Uno de los factores determinantes en la consolidación del sistema capitalista, el cual es de carácter homogeneizante, globalizado, heteropatriarcal y colonial, es la invasión de "América" el 12 de octubre de 1492. Esta invasión y la imposición de las colonias, basadas en una división centro (Europa) y periferia (América), le permitió al sistema predominante desarrollar sus fuerzas productivas, obtener materias primas, saquear el oro y demás riquezas del continente y expandir su proyecto de dominación a escala global a partir de un proceso de despojo, aniquilamiento de pueblos indígenas y violencia epistémica. Pese a la pretensión de universalizar la historia oficial del continente americano, que niega los procesos sociales, políticos y organizativos de las comunidades que habitaron este continente antes de la llegada de los europeos, los pueblos originarios han creado procesos de resistencia al eurocentrismo y al proyecto de occidente que van desde la disputa de las prácticas discursivas y la recuperación de sus lenguas nativas hasta el reconocimiento del continente como Abya Aya/a (1),siendo este un término propio que han venido tejiendo los pueblos originarios en contraposición a la expresión "América" impuesta por occidente, la cual se constituye como una apuesta contrahegemónica que reivindica la construcción y reconstrucción social e histórica del sentido político e identitario de las comunidades y los territorios, en donde las prácticas discursivas son pieza fundamental de la decolonización del pensamiento (PORTO-GONÇALVES, 2016).

Las dinámicas y formas de dominación y opresión expuestas anteriormente, son concebidas por las corrientes feministas latinoamericanas a partir de la relación intrínseca entre capitalismo, colonialidad y heteropatriarcado, que tiene repercusiones directas y diferenciadas sobre los cuerpos de las mujeres y beneficia los mercados económicos y capitalistas con la explotación de su trabajo (SUÁREZ, 2017, p. 7). Lo anterior conlleva a dinámicas de resistencia y construcción de otros mundos posibles por parte de los movimientos feministas a lo largo de la historia de la humanidad.

De esta manera, desde el reconocimiento de diferentes cosmovisiones y realidades, resulta pertinente hablar de feminismos en tanto existe una variedad de corrientes y perspectivas que lo diversifican. Así pues, los movimientos feministas han tenido un desarrollo histórico a saber: tras la abolición de la esclavitud en Estados Unidos, se creó el movimiento sufragista a finales del siglo XIX, dentro del cual se generó una división entre las mujeres blancas y negras a raíz de que las primeras no reconocían como sujeto político a las segundas, es decir, a través del racismo y el sexismo se generaron lógicas de exclusión, que pusieron en evidencia la existencia de patrones de colonialidad con perspectivas hegemonizantes y pretensiones universalistas dentro de los mismos movimientos feministas. Como respuesta, surge el feminismo negro afroamericano, que logró vislumbrar las diferentes formas de opresión de la mujer, creando así la matriz de dominación plasmada en la teoría de la interseccionalidad, que considera género, etnia, raza, clase y orientación sexual en sus prácticas y reflexiones.

Los aportes epistémicos del feminismo negro y su apuesta por decolonizar el feminismo blanco, eurocéntrico, hegemónico y racista, sirvió de base para otros feminismo críticos, como los feminismos decoloniales, los cuales, según Yuderkys Espinosa Miñoso (2012, p. 151) son herederos del feminismo negro. Los feminismos decoloniales, tal como se argumentará en el artículo, son una apuesta epistémica y teórica importante para hacerle frente al eurocentrismo y a la colonialidad del ser, el saber y el poder, así como también para generar articulación desde sectores y campos subalternos para construir alternativas de emancipación. Cabe mencionar que dentro de los feminismos decoloniales convergen diferentes corrientes y formas de expresión, siendo el feminismo popular una de ellas.

Si bien el feminismo popular es una categoría de análisis, que se enmarca dentro de los feminismos decoloniales, este no es una perspectiva abstracta. Contrario a esto, su esencia recae en expresiones concretas desde abajo, desde dinámicas subalternas que de una manera u otra aportan a subvertir las lógicas de poder. De esta manera, el feminismo popular no existe de manera per se, sino que dialoga, retoma y se retroalimenta de los sentires, saberes y pensares autónomos, comunitarios, campesinos, indígenas, afros y populares urbanos, que tienen lugar en las organizaciones y procesos territoriales de resistencias y luchas contra las distintas formas de dominación y en pro de la construcción de proyectos epistémicos de carácter emancipatorios. Un claro ejemplo de lo anterior es la experiencia del Comité de Mujeres de la Asociación Campesinas de Inzá Tierradentro (en adelante, ACIT), en la medida que sus dinámicas de territorialización y sus prácticas cotidianas están ligadas a la soberanía alimentaria, la defensa del territorio y el fortalecimiento de un modelo comunitario, autónomo y popular con la capacidad política y organizativa de consolidar alternativas que le hagan frente a los discursos hegemónicos de modernidad, desarrollo y colonialidad.

Por tales motivos, el presente artículo tiene como objetivo interpretar y visibilizar la experiencia y el proceso del Comité de Mujeres de la ACIT desde la perspectiva de los feminismos decoloniales, reconociendo su articulación con los postulados del feminismo popular en tanto conciben el trabajo de base, de carácter colectivo, autónomo y comunitario como elementos primordiales para los procesos de transformación social.

El giro decolonial como alternativa epistémica y política a la colonialidad

El giro decolonial como apuesta epistémica y política asevera que las bases de la estructura de las colonias de América del Sur no se modificaron tras el proceso de independencia, sino que se desató una transición del colonialismo a la colonialidad global, el cual--enmarcado en el capitalismo globalizado-, profundiza las exclusiones derivadas de las jerarquías epistémicas, estructurales, raciales/étnicas y de género/sexualidad promovidas por la modernidad (CASTRO-GÓMEZ; GROSFOGUEL, 2007; MIGNOLO apud CONTRERAS; TRUJILLO, 2017).

Aníbal Quijano (2000, p. 2009) citado por Contreras y Trujillo (2017, p. 151) tiene unos planteamientos que permiten vislumbrar los efectos de la colonialidad y trazar horizontes teóricos entorno al giro decolonial. A través de bases teóricas sólidas, desentraña las ramificaciones del colonialismo sobre el Abya Ayala, poniendo en evidencia que en este convergieron dos procesos históricos, que a su vez, se consolidaron como elementos relevantes del nuevo patrón de poder: por un lado, las lógicas de superioridad/inferioridad creada en las relaciones entre conquistadores y conquistados con base en la naturaleza biológica; y por otro, la forma en que se articuló el control del trabajo con sus productos en términos de capital.

Este marco de cosas perfiló a Europa como el centro capitalista y a sus colonias como las periferias; conllevando a que Europa centrara en su hegemonía el dominio de toda expresión de control sobre la subjetividad y la cultura, haciendo énfasis en el conocimiento y su construcción (QUIJANO, 2000 apud CONTRERAS; TRUJILLO, 2017, p. 151). Lo anterior, desarrolló y consolidó el eurocentrismo y etnocentrismo acudiendo a la homogeneización del conocimiento a través de la supremacía epistémica que logró perpetuar una geopolítica del conocimiento (CONTRERAS; TRUJILLO, 2017, p. 151).

Un aspecto...

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