Las crisis financieras en el imperio romano: entre la libre iniciativa y el intervencionismo en la libertad de contratación

CargoProfesor do Departamento de Derecho Romano y Mercantil de la Universidad de Granada - España
Páginas217-227

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Introducción

En un mundo como el actual, uno de los problemas más apremiantes en materia de cubrir las necesidades crediticias es la obtención de nuevas fuentes de financiación. Para ello pedimos préstamos. Lo que ocurre es que los préstamos, después de pedirlos, hay que devolverlos. 1 2Y cuando las cosas van bien, el impago puede ser una cosa puntual, peculiar o privada.

Pero cuando éste se generaliza o se globaliza, la cuestión toma visos de impregnar una realidad que gravita especialmente en la necesidad de resolver no ya un problema particular, sino en un problema global que acaso incida en la ya vieja idea romana de la utilitas publica3. Esta generalización conduce inevitablemente a la crisis financiera. Page 218

La presente colaboración trata someramente de las crisis financieras en el mundo romano, de las medidas de protección de las finanzas romanas4 y sobre todo de la confianza de los particulares. Y cómo estas medidas5 oscilaron dentro de una perspectiva histórica entre la libre iniciativa y el intervencionismo6 del estado romano, sobre todo en la etapa final.

1 La economía en la República Romana

Después de las guerras con Cartago, la afluencia de riquezas a la urbe de Roma trajo consigo modificaciones importantes, tanto en la economía como en el desarrollo de la propia sociedad romana.

Si bien en el siglo III a.C. la riqueza aflorada iba dirigida, fundamentalmente, para sufragar los cuantiosos gastos de las sucesivas guerras, las ingentes obras públicas, o a la conquista de nuevas provincias, a partir del siglo II a.C., la floreciente bonanza económica se va a convertir, sobre todo, en instrumento de poder, para acceder a las magistraturas y, especialmente, para poder hacer frente al sufragio de los cada vez mayores gastos electorales7.

Se inicia en Roma una nueva forma de economía: el capitalismo financiero. Si hasta ese momento la economía romana se apoyaba sobre una estructura primaria de agricultores y ganaderos, siendo la producción industrial o la vida comercial solamente elementos secundarios de poca o de escasa influencia en la economía global, a partir de este momento aparece una nueva categoría social de homines novi, los llamados publicani8, a quienes van a ir dirigidos los contratos de suministros destinados al ejército, la receptación de las vectigalia, los arriendos del ager publicus, la recaudación del impuesto de aduanas9, el envío de provisiones de trigo y otros bienes de primera necesidad, por no nombrar así mismo las concesiones de obras públicas, construcción de templos, carreteras, acueductos y un cúmulo de obras urbanas menores10.

Lo cierto es que hasta César, el régimen de la economía, sociedades incluidas, era tan de plena libertad de operaciones que se entendía que se constituían por su mera existencia. Page 219

No obstante, ya habían aparecido algunas medidas económicas concretas, como la Lex Aebutia del 133 a.C., que limitaba a 300 ánforas la medida con la que podían comerciar los senadores11. O la legislación del propio Sila, que intentó bajar el coste de la vida, estableciendo para ello tarifas de precios, prohibiendo los gastos de lujo y, en lucha contra la inflación, hizo confirmar las remisiones de deudas establecidas por la Lex Valeria de minus solvendo del año 88 a.C., que reducía las deudas condonándolas en tres cuartas partes12.

La llegada de César propició un programa de saneamiento para la maltrecha economía romana centrada en la Lex Iulia de repetundis, que trató de combatir la carencia de fondos, debido sobre todo al inicio de la guerra, aun cuando los precios seguían subiendo sin parar. El panorama no podía ser más desolador13, por cuanto que mientras las familias ni podían pagar, ni hacer frente a sus obligaciones, los banqueros exigían el pago de viejos préstamos - en virtud del viejo principio pacta sunt Servando - y se negaban a conceder nuevos créditos. En este contexto, especuladores sin escrúpulos exprimían en beneficio propio la ansiedad y la incertidumbre que se apoderaban de los habitantes de Roma.

La manera de afrontar dichos problemas fue algo desconcertante14 para la mentalidad romana republicana: se pretendía que las propiedades y las rentas recuperasen los precios anteriores a la guerra civil, de manera que los deudores pudieran deducir los intereses ya pagados de los débitos de capitales anteriores.

Incluso, para combatir la acumulación de riqueza, y al menos para mantener una apariencia de austeridad republicana, se dispuso que a ningún ciudadano se le permitiera retener fuera de la circulación más de 60.000 sestercios. Con tales medidas, la sensación de pánico comenzó a remitir, el dinero comenzó a circular, y poco a poco las tiendas se reabrieron15.

A pesar de todo, la desconfianza hacia los banqueros tomó carta de naturaleza, como nos recuerda Moore16, aún con la ironía que supone la comedia de Plauto, Curculio, cuando habla su personaje Capadocio, como recoge en un reciente trabajo la profesora Mirta Álvarez Mallona17:

Dicen tonterías quienes afirman desconfiar de los banqueros: pues yo digo que no hay que confiar ni desconfiar; y esto lo he Page 220 comprobado hoy en persona. No es que peligre el dinero confiado a los que nunca lo devuelven, sino que sencillamente está perdido.

En realidad, la vida económica estaba orientada hacia Roma, pero el imperio que en el plano político, militar y administrativo tenía una orientación unitaria y una eficacia formidable, fue por lo menos anárquico en el plano económico18.

2 La evolución económica desde el principado hasta diocleciano

Dados los antecedentes anteriores, Augusto trató de luchar contra el capitalismo financiero ordenando, entre otras medidas, la retirada de la recaudación de los impuestos a los publicanos y procurando que las corporaciones capitalistas no fueran demasiado poderosas19; prueba de ello fue la supresión del monopolio en la adjudicación de las minas.

La consecuencia de estas medidas fue, paradójicamente, un decaimiento general de la vida financiera, si bien al desaparecer las grandes sociedades, la especulación cesó y, al menos, no se reprodujeron las quiebras bancarias anteriores20.

A partir de este momento la vida económica se dispersó por el imperio, comenzando una época de expansión del comercio, sobre todo con Oriente, aunque ciertamente el comercio se vio favorecido por la banca, que cada vez más desplazaba su actividad de las tradicionales operaciones de cambio de moneda hacia el préstamo de dinero21.

Lo cierto es que mucho antes que en el plano político y administrativo, en el aspecto económico el imperio ya se había escindido entre un Occidente que prefiere invertir en la adquisición de tierras, buscando la solidez financiera en una economía agraria, y un Oriente sobre la base de un comercio marítimo y la búsqueda de nuevas rutas comerciales22. Page 221

En realidad, lo que estaba en contradicción era que, mientras el trasfondo de la mentalidad romana era liberal en lo tocante a las finanzas, los emperadores, por otra parte, temían una intervención en la economía, pues sabían de la impopularidad de las medidas intervencionistas. Fue ello quizás, dado que el elemento fundamental del capitalismo romano había sido la propiedad rural, lo que hizo que las nuevas necesidades fiscales pronto cayeran como una loza precisamente sobre los agricultores y las clases medias, sobre todo a partir del siglo II d. C., donde las consecuencias no se hicieron esperar: desaparición de las clases medias, abandono del campo, pérdidas del cultivo, lo que a la postre condujo a una crisis generalizada23.

A partir de ese momento el Estado Romano se hizo paulatinamente intervencionista24. Y así, distintos emperadores adoptaron medidas cada vez menos moderadas y más radicales:

Domiciano ordenó arrancar las viñas de la mitad de las provincias para salvar los viñedos romanos.

Trajano trató de intervenir en la política comercial dándole un tinte proteccionista para mejorar el déficit del comercio exterior. La conquista de la Dacia no era sino un intento de conseguir las minas de oro y para garantizar la seguridad de las rutas comerciales (como las rutas de Arabia, Palmira o Mesopotamia); por otra parte, inició una serie de obras públicas para combatir el desempleo, así como una política de préstamos a bajo interés para favorecer a los pequeños propietarios.

Adriano, preocupado por el abandono de las tierras, actuó mediante una política de repoblación y asentamientos de campesinos, permitiendo ocupar tierras baldías y favoreciendo los arrendamientos a largo plazo... Aunque pronto se volvió a las medidas fragmentarias y dispersas.

Marco Aurelio25, que apoyó su política sobre la base de la organización provincial con el municipio como eje, intentó someter a control las haciendas municipales, estableciendo para ello una responsabilidad colectiva de los que detentaban mayores ingresos, para hacer frente al pago de los impuestos municipales. Page 222

Septimio Severo centró la organización económica en la implantación de los oficios obligatorios a desempeñar por los ciudadanos, como una función esencial de cada hombre. De hecho, consideraba que la propiedad tenía una función pública, estableciendo como sistema la...

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